Cuanta tus bendiciones y te sorprenderás.
Bienaventurado los pobres en espíritu, porque
de ellos es e reino de los cielos.
Dios me bendijo a mi, y a mi hijo Juan; a mi y
a mi esposa; a el a su esposa, a nosotros los cuatros y eso es todo.
¡Que Dios nos bendiga a todos!
Bienaventurado el hombre que, no teniendo nada
que decir, se abstiene de comunicarnos la evidencia de sus hechos.
Bienaventurado los que saben dar si recordarlo, y recibir sin olvidarlo.
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