Estas
memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos porque así
precisamente es la
vida.
La intermitencia del sueño nos permite sostener los días de trabajo. Muchos de
mis recuerdos se han
desdibujado
al evocarlos, han devenido en polvo como un cristal irremediablemente herido.
Las
memorias del memorialista no son las memorias del poeta. Aquél vivió tal vez
menos, pero
fotografió
mucho más y nos recrea con la pulcritud de los detalles. Este nos entrega una
galería de
fantasmas
sacudidos por el fuego y la sombra de su época.
Tal
vez no viví en mí mismo; tal vez viví la vida de los otros.
De
cuanto he dejado escrito en estas páginas se desprenderán siempre —como en las
arboledas de
otoño
y como en el tiempo de las viñas—las hojas amarillas que van a morir y las uvas
que revivirán en el
vino
sagrado.
Mi
vida es una vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta.
Pablo
Neruda
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